Nadie
podrá ser Dorian Gray eternamente. Ni tampoco María Teresa de Calcuta...
Con el tiempo mis cabellos serán la nieve que recubre los Alpes, mi
racionalidad un tubo de escape, mi tenacidad plastilina oxidada,... Mis
pensamientos ya son negros y mis sueños están gastados como mis vaqueros. Mi
memoria está saturada, necesita ser desfragmentada como el disco duro de mi
portátil. Las vísceras que impulsan la sangre por mi cuerpo son hierro puro. Mi
yo derribó sin piedad a soldaditos de plomo que quisieron batallar y a ese par
de pequeñas figuritas que no quise abatir no les interesaba argüir o eso creo.
Pero y qué más dará? Tanto tiene que la gente quiera ser el pobre y desgraciado
Patito Feo del cuento o la buena e inocente Cenicienta y tú seas la malvada
madre de Patito feo o la horrible y cruel madrastra de la Cenicienta. ¿Qué más
dará?. Qué importa si eres Mister Hyde, un monstruo al que nada le conmueve. No
lo apena herir a la gente, destrozar los muebles,... Ser como las brujas de la
magnífica obra de Shakespeare, Macbeth. Los Doce hombres sin piedad de Sidney
Lumet. La mujer de piedra sin acabar de Bécquer o la viciosa Melibea. ¿Y qué
más dará? No importa que sobre el espejo se refleje la imagen de una serpiente
o de una sanguijuela. En toda película a cada actor se le atribuye un rol que
debe interpretar mas puede sentirse o no identificado. Hay quién representa al
chico perfecto: inteligente, bueno, rico y sexy. También encontramos el papel
de chica inteligente, guapa, sensible,... como Joey de la olvidada Dawson Creek.
El chico que suspende, viste de negro y pasa de todo. La típica sufridora y que
ayuda a todo el mundo, como Belén Rueda en Mar adentro. El chulo potente del
grupo que salva al mundo gracias a sus magníficos músculos, como James Bond. El
mundialmente conocido como: friky, como los de Di que si. La niña rica que va
de mosquita muerta como Elizabeth Swann. Algunos actores quizás sean así en su
vida, otros no. Lo que pretendo expresar y arrancar como el catarro que tengo
en mi garganta ahora mismo es que desarrollar el rol de un personaje “no bueno”
no incomoda. ¿Qué más dará? Todo el mundo elige los papeles protagonistas de
los héroes o de los que causan pena y van de víctimas, pero a mi no me importa
ser un antihéroe, ser el Duende Verde, el doctor Octopus, Sempronio, Mister
Hyde y no Spiderman, Mary Jane, Marianela, Rose Dewitt,...¿Qué más dará? No me
desagrada interpretar el papel de alguien que es tan difícil de conocer como
complicado es analizar la filosofía. Me atrae la idea de ser como Juana la loca
desde el momento en el que su hija pequeña la abandonó. ¿Qué más dará? Qué más
dará aparentar estar chalada y bajo la imagen de una delgada y frágil silueta.
¿Qué importa? ¿Qué más dará?
Qué importa que en el fondo esté tan consumida como la colilla de un cigarro
que lleva tiempo sin ser fumado, que no pueda conciliar el sueño y cuando lo
consigo sólo me sumerjo en los dos mismos sueños de todas las noches que me
llevan a pensar en el cuento del Soldadito de plomo del que hablé al principio. Es el
papel que me tocó interpretar!
Hay un
cuadro de Van Gogh que me impresionó cuando aún mis dientes no estaban maduros.
Sobre los lienzos se ve la calle estrecha de una ciudad. Solitaria. Las sombras
caen con un ángulo de setenta grados sobre el suelo. Al fondo, un hierro
apoyado sobre una pared. La oscuridad lo impide contemplar con claridad pero yo
diría que estaba oxidado. ¿Por qué añadió un hierro a una obra que pretende
mostrar la soledad de la noche? ¿Por qué esa disposición? ¿Por qué esos
ángulos? Sólo yo sé lo que quiero decir con esto y realmente después de años he
descubierto porqué ese metal ahí.
Cuando
tenía ocho años encontré entre los libros un fragmento de Bécquer, de una obra
que jamás pudo acabar porque murió. Desde entonces lo continúo recordando:
“Si pintara paisajes, los pintaría sin figuras. Me gustan las ideas peregrinas que resbalan sin dejar huella por las inteligencias de los hombres positivistas, como una gota de agua sobre un tablero de mármol. En las ciudades que visito busco las calles estrechas y solitarias: en los edificios que recorro los rincones oscuros y los ángulos de los patios interiores donde crece la yerba, y la humedad enriquece con sus manchas de color verdoso la tostada tinta del muro; en las mujeres que me causan impresión, algo de misterioso que creo traslucir confusamente en el fondo de sus pupilas, como el resplandor incierto de una lámpara que arde ignorada en el santuario de su corazón, sin que nadie sospeche su existencia; hasta en las flores de un mismo arbusto creo encontrar algo de más pudoroso y excitante en la que se esconde entre las hojas y allí, oculta, llena de perfume el aire sin que la profanen las miradas. Encuentro en todo ello algo de la virginidad de los sentimientos y de las cosas.
Esta pronunciada afición degenera a veces en extravagancia y sólo teniéndola en cuenta podrá comprenderse la historia que voy a referir.”
Cada uno
tiene un papel que debe interpretar. Cuando sales al escenario o te pones ante
las cámaras todo el mundo verá ese personaje, no te verá a ti. Si en ese
momento te acompañan al espejo verán a esa serpiente, perro, caballo, gallo,...
lo que quieras mostrar, pero en el momento en el que sólo el silencio de un
cuarto vacío te acompañe ahí será cuando tú puedas verte en realidad: como todo
el mundo te ve o como únicamente tú. Serpiente o hormiga. León o galina.