lunes, 2 de diciembre de 2013

Palabras perdidas en mi voz

Por una vez yo.

“Pasear. Aproximación. Atracción. Acercarse. Escuchar únicamente las olas rompiendo en la orilla. Observar. Llegan con fuerza, alzándose sobre la superficie horizontal y cuando están cerca...se debilitan, caen, retroceden y desaparecen. Así es la vida. La ilusión con la que se afronta nuevos retos hace que uno se crezca. La hormiga se convierte en león y se alza sobre cualquier situación adversa. Sin embargo, según avanzamos, cuando el viento hiere a la ola, perdemos la ilusión en lo que hacemos. El miedo, la monotonía, el cansancio, la falta de templanza o de paciencia se apoderan de nosotros y cuando llegamos a la meta, la orilla, nos derrumbamos. Perdemos. Nos diluimos en un mar de sueños y el fracaso y falta de lucha nos arrastra. Cobardía. Nos lleva. Sin embargo, hay olas que retroceden, cogen impulso y vuelven a la orilla con más agresividad. Resucitar con más fuerza. Pues bien, la vida es una ola que nos trae y nos lleva. Nos eleva y nos tira. Nos empuja y nos arrastra. La vida es un resurgir: empujar, acercarse, romper ,caer, volver atrás, impulsarse y empujar con más fuerza, aspirar a lo más alto y llegar a la orilla. La meta”.
12 de octubre de 2013 -La cabeza de BVL. Paseo marítimo A Coruña.


Hablar de la vida, intentar dar lecciones. Hablar de lo que realmente uno piensa pero no hace. Perdón. Rectificar. Repetir. 

Repito. Rectifico. Perdonadme. Hablo realmente de lo que yo pienso pero no hago. Intento dar lecciones. Hablo de la vida.

Ahora si.

¿Qué es la vida? No lo sé. Siempre estoy hablando de ella como si yo fuese una especie de oráculo de la razón y la coherencia. Mas yo no soy más que vida y la vida es incoherencia y necedad.

Aproximación. Atracción. Acercarse. Escuchar únicamente las olas…No. He mentido cuando hube escrito eso. Yo no escucho olas, sino que me bombardean terremotos, miedos, bombas, guerras, pobreza, violencia…O directamente no escucho. Decía Gracián que no hay peor sordo que el que no puede oír; pero hay otro peor, aquél que por una oreja le entra y por otra se le va. Y desgraciadamente oímos todo y no escuchamos lo que nos conviene.

La vida da golpes duros. Muy duros. Son lo suficientemente jodidos como para dejar de llorar, al menos un tiempo, por cualquier cosa. Al fin y al cabo sólo existen unas pocas cosas importantes en la vida.

Todo el mundo dice sufrir golpes muy duros. Pobres. Que desgraciados. Víctimas de las penas y el dolor. ¿Te has quedado sin Barbie?. Creemos que las olas que nos llevan consigo son las más devastadoras que puedan existir en ese mar. Pero, ¿y qué pasa si visitas otro mar? Igual es peor y empuja y arrastra sin piedad alguna.

Por una vez, soy yo.
No sé si he vivido los reveses más injustos y crueles de todos los mares, ni del mío. Ni siquiera del riachuelo que pasa por detrás de mi casa. No lo sé. Sé que no son más que los de aquellos con los que me cruzo todos los días hurgando en contenedores en busca de algún alimento. Sé que no son tan abusivos como ver a niños del tercer mundo trabajando a cuarenta grados y sacando fuerza de un cuerpo tan delgado como el de una lámina de carpintería de acero. Sé que no son más penosos que los de aquellos que viven en el engaño día tras día. Sin embargo, son las olas que me arrastraron, me trajeron y me volvieron a llevar a lo largo de la vida.

Por una vez, esta soy yo.

Seré sincera y me dejaré de filosofías y palabras bien encadenadas. Mis olas me han convertido en quien soy. Una persona perseverante, humilde, trabajadora, maniática, impaciente a la vez de paciente, fría y al mismo tiempo temperamental, contenida, confiada y desconfiada, segura e insegura, fácil de enfadar, muy inteligente en muchas cosas y tonta en lo más elemental: la vida. Pero sobretodo soy lucha. 

Para mí no hay tiempo perdido cuando se convierte lo malo en bueno. Cuando esas olas que te tiran y te hunden las conviertes en dulces caricias. He aprendido en veinte años mucho, ¡y lo que me queda por aprender!, a una velocidad superior a la versión del Kimi más rápido de 2005. Lo malo lo he exprimido y lo he intentado convertir en bueno. Me gusta aprender y por ello siempre he intentado sacar lecciones. Volver atrás, impulsarse y empujar con más fuerza, aspirar a lo más alto y llegar a la orilla. Creo que debería escribir más, pero perdería parte de mi esencia: soy quién soy por demostrar como soy y no por hablar de ello.

Las experiencias vividas, las olas, son las que nos hacen crecer. Unos antes y otros después.

La peor ola que ha azotado mi vida…es la mejor ola que un surfero jamás pueda coger.




Palabras perdidas en mi...voz